domingo, 27 de noviembre de 2016

DIAGNOSTICAR UN INFARTO, O COMO SALVAR LA VIDA EN UN SEGUNDO.


Las pruebas médicas diagnósticas más usadas en el momento crítico son el análisis de sangre y, la más común, el electrocardiograma (ECG).

- Ánalisis de sangre:
A mayores de la analítica básica, en caso de sospecha de infarto, las enzimas cardíacas pueden revelarnos gran información. Cuando hay una lesión cardíaca que se debe a problemas en el riego y aporte de sangre, se produce un característico aumento de algunas enzimas como la troponina o la CPK que nos permite diagnosticar el infarto.



- Electrocardiograma (ECG):
Se trata de la prueba más rápida y eficaz a la hora de detectar un infarto. Puede realizarse tanto en la ambulancia como en el hospital y por eso, es la más utilizada.
El ECG nos muestra la actividad cardíaca, lo que permite al médico ver como funciona el corazón. Cuando se produce un infarto, las imágenes muestran unas ondas distintas de las habituales. Estas ondas eléctricas se basan en la corriente eléctrica que el corazón genera con los latidos.
Otro de los puntos fuertes del ECG es que no produce ningún tipo de dolor al paciente.
Para hacerlo, se conectan unos cables con electrodos con electrodos en forma de disco que se pegan en las distintas partes del cuerpo donde se puede detectar actividad. Estos cables se conectan a la máquina que registra los impulsos eléctricos y muestra así como está el corazón.
El ECG nos ayuda a confirmar el diagnóstico de infarto pero la mejor prueba es, sin duda, la historia clínica, que nos permite ver la clase de dolor que sufre el paciente y la zona donde se localiza y esta es, en definitiva, lo más útil para establecer el tratamiento.


No hay comentarios:

Publicar un comentario