TRATAMIENTO POSTERIOR AL INFARTO
Una vez que el ataque ha pasado, durante
las dos primeras semanas se debe animar al paciente a que incremente su
actividad física.
Como tratamiento farmacológico, se
suelen usar medicamentos que aumentan la supervivencia del paciente como los
betabloqueantes, los IECA, el ácido acetilsalicílico y las estatinas (reducen
los niveles de colesterol).
En casos graves pueden ser
necesarios procedimientos más agresivos como la implantación de un desfibrilador (dispositivo que somete al corazón a
una descarga eléctrica uniforme cuando detecta una alteración en el ritmo
cardiaco) o incluso intervenciones quirúrgicas.
Para recuperarse de un infarto
sería conveniente mantener el peso dentro de unos límites saludables y evitar
los alimentos con alto contenido en grasa o colesterol. Incluso las personas
fumadoras deberían abandonar el hábito tabáquico para mejorar su salud
cardiovascular.
COMPLICACIONES DE UN INFARTO DE MIOCARDIO
Trastornos del ritmo cardiaco
Son las más frecuentes. El corazón es un
órgano que está controlado por un sistema eléctrico, que es el que le hace
contraerse en cada latido. Si una lesión por un infarto provoca una alteración
en este circuito, se producen las arritmias cardíacas, donde el corazón no se
contrae de una manera rítmica, lo que provoca graves consecuencias a nivel
general.
Insuficiencia mecánica
Debido a la gran cantidad de zona dañada por
el infarto, el músculo cardíaco pierde parte de su función y no envía la
cantidad de sangre suficiente al resto del cuerpo. La presencia de
insuficiencia cardiaca implica una peor evolución del enfermo, y el grado de
insuficiencia que exista se relaciona directamente con la mortalidad.

Como consecuencia del infarto también se pueden producir, aunque con menor frecuencia: la rotura cardiaca, un aneurisma ventricular (dilatación de una zona del corazón que provoca un peor funcionamiento de este), el tromboembolismo pulmonar (se forma un coágulo de sangre que viaja hasta el pulmón, donde impide la llegada de flujo sanguíneo) o la pericarditis (inflamación de la cubierta del corazón).
Los pacientes que han sufrido un infarto de
miocardio presentan un mayor riesgo que el resto de la población de tener un
nuevo episodio en el futuro, y el principal objetivo en el tratamiento de
estos, sería prevenir nuevos infartos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario